28 de agosto de 2011

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- ¿Me prometes una cosa?- Le pidió ella temblándole la voz..
- Claro, ¿de qué se trata?

Hubo un silencio. Corto pero intenso. Sus manos, frías como de costumbre, se llenaban de esperanza, de ganas.. Pero tristemente, también de miedo..

- Prométeme que, cuando nos veamos, seremos tan felices que nada ni nadie podrá romper nuestro sueño..
- Claro que sí, eso sin dudarlo. Ahora tú debes prometerme algo a mí..
- Está bien, ¿A qué te refieres?
- ¿Te acuerdas de la película del otro día, aquella en la que el protagonista tenía miedo de comenzar la partida por miedo a perderla?
- Sí..
- Pues tienes que prometerme que tú vas apostar por esto. Que vas a dejar de temer y que vas a confiar en ganar.

Ella esbozó una sonrisa. Hacía poco desde su primer encuentro pero él ya la conocía. Sabía lo que sentía. Sabía lo que temía. Había prometido cerrar con llave la puerta de los sentimientos profundos, de las ganas de más, de las nuevas ilusiones. Había prometido no tropezar. No ahora, no aún.. Pero ahí estaba. Frente a él. Él. Ultimamente siempre era él. Lo miró. Volvió a sonreir. ¿Cómo no hacerlo? ¿Cómo no jugar esa partida? Era de locos. Haberse conocido así también fue de locos. Pasar las noches allí, arriba, donde nadie los veía, también era de locos. Pero decir que no a aquella manga, lo sería aún mas.

- Sí, voy a jugar- Pronunció suavemente a medida que se acercaba a su boca.
- Sí, vamos a ganar- Le susurró tras un leve mordisco en el labio.
- Sí, voy a apostar.

Cuando encuentras algo mágico. Especial. Distinto y te gusta. Haces cualquier cosa por no separarte de él.

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